20 de enero de 2022

LA ÉTICA EN LOS CUIDADOS

  Es obvio que los modelos sociales, y en especial el modelo familiar, han sufrido grandes cambios y cada vez es más complicado atender a personas dependientes sólo con los medios familiares y con cuidadores informales. Y aunque todavía una gran parte de estas personas recibe ayuda de un familiar exclusiva o combinada con otras, también es cierto que cada vez se solicitan más apoyos profesionales para los cuidados diarios, tanto en domicilios como en otras instituciones.

Esto ha supuesto la aparición de un gran yacimiento de empleo y de oportunidades laborales, pero que no supone que cualquier persona pueda escoger esta profesión, para la que se necesita una formación y capacitaciones específicas que pueden ser aprendidas, pero también exige muy especialmente bastante vocación, unas virtudes concretas y una actitud respetuosa respecto a los derechos de la persona cuidada, a su personalidad, su intimidad y su privacidad.

Ante la falta de alguno de esos requisitos es mejor optar por otra ocupación, pues se estará corriendo el riesgo de no realizar bien la ayuda, o de realizarla directamente mal poniendo en peligro la dignidad del paciente y su calidad de vida que es el objetivo primordial de las acciones planteadas y realizadas.

Y sin embargo, en más ocasiones de las deseables, seguimos viendo anuncios en farolas, escaparates, ascensores, tablones de anuncios en donde literalmente "se ofrece persona responsable para cuidar animales, niños o ancianos" y en algún caso "cuidar enfermos, o minusválidos en domicilio y hospitales". La mayoría de estos anuncios, por descontado, realizados por personas sin una titulación ni preparación mínimas, pero eso sí: con una gran voluntad y buenas intenciones por aquello de "que un pañal lo cambia cualquiera" y también lo de "a mí no me da asco" y "hay que trabajar en lo que sea".

A nadie medianamente serio se le ocurre anunciarse como fontanero porque una vez arregló un grifo en su casa, profesor porque enseñó a sus hijos a sumar, sumiller porque una botella de vino la abre cualquiera, o abogado porque se ha leído el código civil... Y sin embargo hay exceso de valientes que se lanzan a "cuidar" personas con demencia, en estado terminal, con TEA, DCA, etc, etc. 

Y claro... Después pasa lo que pasa y surgen casos que todos conocemos.

Cuidar a otros es una obligación humanitaria y un manantial de aprendizaje y crecimiento en diferentes ámbitos, que puede ofrecer, enormes satisfacciones tanto al destinatario de los cuidados, como al profesional que los aplica. Pero no es fácil: son conocidas las dificultades, complicaciones y problemas que acarrea el trabajar con personas dependientes, pero nada de ello y en ningún caso es excusa para realizar mal ese trabajo, siendo por ello, que aunque en cualquier profesión dedicada a la ayuda, la meta es procurar el bien de la persona a la que se atiende, la ética es si cabe más obligatoria cuando se trabaja con personas que tienen mermadas sus capacidades físicas, psíquicas, mentales o sensoriales.

También hay que tener en cuenta que al hablar de ética práctica, si bien no hay que olvidar los elementos que aseguran un correcto cuidado del usuario, tampoco se deben dejar de lado los que garanticen el estado de salud del profesional, protegiendo así los derechos de ambos.

Para ello, además de reflexionar sobre las cualidades que tendría que tener cualquier profesional, también se debe hacer sobre la importancia del autocuidado, y aunque esto esté más orientado a cuidadores profesionales, puede tener una indudable utilidad para cualquier cuidador informal; porque con independencia de donde y quien cuide, la exigencia de unas directrices éticas y/o deontológicas, es más necesaria todavía cuando se atiende a personas, que por sus circunstancias, dependen en gran medida de otros y de sus adecuadas actuaciones.

Por ello se deben conocer y respetar unos ciertos principios éticos y valores a tener en cuenta cuando se cuida a otras personas, en el trabajo diario con personas dependientes; y aunque no hay soluciones mágicas, ni fórmulas infalibles porque cada persona ha de ser atendida desde su individualidad, si se debe intentar conseguir unos conocimientos que proporcionen la tranquilidad y seguridad de estar haciendo bien las cosas.

Actuar de forma ética es considerar al otro, reconocer su existencia, prever y satisfacer sus necesidades respondiendo a sus demandas, en contraposición a la indiferencia y a la insensibilidad, aunque sin perder de vista la coherencia de las acciones ni las consecuencias de éstas.

Otorgar cuidado implica poseer algunas cualidades como la empatía o dar una atención individualizada, pero también el disponer para el paciente y sus familiares, los servicios asistenciales precisos para que pueda continuar viviendo y valerse del mejor modo posible. Y esos servicios asistenciales no se refieren exclusivamente a edificios y estructuras, sino de manera muy importante de cómo y quien ofrece esa asistencia a este grupo de especial vulnerabilidad.

La categoría de una sociedad no sólo está definida por sus infraestructuras, su red de transporte, su industria o su movimiento cultural, sino además, y de manera muy especial, de cómo se ocupa de sus miembros más vulnerables.

Para no alargar en exceso esta entrada, sobre la ética en los cuidados existe una amplia información que es fácil de encontrar tanto en la Red como en publicaciones impresas. Como ejemplo y como orientación os dejo el enlace a una publicación de  Asistencial SARquavitae que en mi opinión es bastante completa, y que a la vez puede servir como base para profundizar después en este tema. Enfocada al SAD, se puede aplicar en otro tipo de trabajos: Residencias, centros de día, etc.

ÉTICA DE LA INTERVENCIÓN DOMICILIARIA

También un enlace al Grupo Las Mimosas, que si bien está dirigido al campo de la geriatría en particular, sin duda sus indicaciones pueden ser aplicadas a otros sectores de los cuidados a la dependencia.

ÉTICA PARA PROFESIONALES DE GERIATRÍA