13 de diciembre de 2015

Decálogo de Buenas Prácticas


Ciertamente no existe un decálogo de nuestra profesión y este que os traigo no pretende ser el definitivo ni el imprescindible. Es solo una aportación más en la que he intentado agrupar algunos conceptos y recomendaciones que  nunca deberíamos olvidar.
Cada uno en su trabajo diario seguro que tiene su propio manual de buenas prácticas, y es el que debe seguir sin duda. 
Pero si creo sin duda una cosa: en cualquier código ético, moral y profesional de un TAPSD, debe estar el articulo 10 de este listado que propongo. Ese y si queréis, un undécimo: Llevar nuestras actuaciones mediante el sentido común.

Decálogo de Buenas Prácticas del TAPSD
              
1.    Mostrar respeto y educación hacia el usuario, respetando su intimidad, sus espacios físicos, sus preferencias, sus pertenencias y la confidencialidad de nuestras actuaciones, teniendo en cuenta su grado de dependencia y sus diferencias individuales.

2.    Proporcionar la ayuda según la necesidad sin desatender las necesidades del usuario. Nunca hay que ayudarlo de menos, pero sobre todo nunca de más. Si se realizan las actividades sustituyendo a la persona dependiente contribuimos a agrandar su dependencia. Hay que hacer al usuario partícipe de la actividad y de su preparación en la medida de sus posibilidades, pidiéndole opinión siempre que sea posible.

3.    Ofrecer apoyo emocional a usuario y familiares, evitando paternalismos y sobreprotección. Si el usuario se siente acogido y seguro, tendrá la confianza suficiente para participar en las actividades diarias y proponer sugerencias.

4.    Motivar y dejar hacer al usuario resaltando aquellas actividades o acciones que el usuario sabe y puede hacer, permitiendo con paciencia, que las realice por sí mismo. Reforzar las conductas positivas de la persona, con expresiones de afecto, y evitar aquellas acciones que no pueda realizar.

5.    Mostrar una actitud positiva sin generar falsas expectativas, sobre el futuro de la persona dependiente, haciendo caso omiso de las conductas negativas, como el pesimismo, la agresividad o la demanda excesiva de atención; evitar las reprimendas y los comentarios críticos. Nosotros siempre podremos hacer algo por mejorar su situación.

6.    Saber comunicarse con la persona dependiente, ya que sin duda repercute en la calidad y eficacia de los cuidados que se le prestan. Demostraremos de forma clara que estamos prestando atención para que se sienta con libertad de manifestar sus preocupaciones e intereses, dejando que el usuario se exprese de la manera en que sea capaz de hacerlo y teniendo en cuenta sus deseos, opiniones y sugerencias sin emitir juicios críticos. De la misma manera adaptaremos nuestro lenguaje a sus necesidades hablándole de manera clara y sencilla, asegurándonos que nos entiende, pero sin caer en infantilismos.

7.    Escuchar de manera activa. Escuchar con atención, cuidado e interés.

8.    En nuestra actuación profesional, tener siempre presentes valores como: el respeto, sentido de la justicia, libertad, espíritu crítico, dignidad, igualdad, solidaridad, cooperación, democracia, confianza en el potencial de las personas...

9.    Mantener unos hábitos saludables personales, higiénicos, físicos y mentales.


10.  Todo este decálogo se podría resumir en: Mostrar empatía hacia el usuario intentando ponerse en el lugar de la persona afectada para comprender sus reacciones y sus sentimientos. Tener comprensión y ser tolerante, sin regañar ni avergonzar al usuario, tratando a cada persona como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos.